Ceñidos vuestros lomos con la verdad
"Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia..."
Efesios 6:14
Los lomos son señal de fortaleza y de unión del cuerpo, por eso herir tal parte es señal de destrucción (Dt. 33:11).
William Gurnall refiere lo siguiente: "Los lomos son para el cuerpo como la quilla para el barco. Todo el barco se conecta a la quilla* que lo sostiene". El cuerpo está unido por los lomos; si estos fallan, el cuerpo entero se hunde.
* Quilla: Pieza más importante de la estructura sobre la que se construye un barco.
Recordemos que el escritor está utilizando a un soldado Romano como ilustración de su enseñanza.
John MacArthur en su comentario al libro de Efesios, refiere "El soldado romano siempre llevaba puesta una túnica, una cubierta exterior que servía como su prenda básica. Por lo general se elaboraba a partir de un pedazo grande y cuadrado de tela con aberturas para la cabeza y los brazos. Cubría con soltura la mayor parte del cuerpo del soldado, y como la parte más intensa del combate antiguo se daba mano a mano y cuerpo a cuerpo, una túnica suelta era un impedimento y hasta un peligro en potencia. Por ese motivo, antes de la batalla era fijada con esmero al cuerpo bajo un cinturón grueso y pesado de cuero que mantenía ceñidos los lomos de los soldados".
En varias ocasiones en las Escrituras se utiliza la frase "ceñirse los lomos" (Éx 12:11, Lc. 12:35, 1P. 1:13). En el contexto del pasaje, esta expresión denota la necesidad de estar preparados para el enfrentamiento espiritual que se tiene mediante la unión entre la doctrina correcta y la integridad del corazón. Si existe claridad en nuestro entendimiento en cuanto a la verdad, y la voluntad está cimentada en propósitos santos, seremos cristianos que iremos creciendo y desarrollándose correctamente.
La verdad es el contenido de aquello que es cierto y conforme a la realidad. La verdad doctrinal es esencial para la lucha espiritual del creyente, sin ella el cristiano es llevado por cualquier viento de doctrina (Ef. 4:14). Satanás "el padre de mentira" ha implementado con astucia la distorsión de la verdad desde el principio de la humanidad con Adán y Eva, hasta nuestros tiempos con enseñanzas extrabíblicas y herejías que al oído son agradables y dan apariencia de piedad.
Tertuliano describió la predicación de los herejes así: Enseñan con la persuasión, pero no persuaden por su enseñanza". Refiriéndose que apelan a sus emociones sin convencer primero a la mente.
Necesitamos aprender de los hermanos de Berea, quienes se negaban a aceptar algo sin antes escudriñar y estar seguros si la doctrina que predicaba el apóstol Pablo era acorde a la regla de fe (Hch. 17:11).
La verdad también se refiere a la actitud propia de una persona. Ceñirse los lomos con la verdad es por tanto señal de presteza y un genuino compromiso hacia Dios. El cristiano genuino debe estar preparado para desechar todo aquello que le estorba y correr con paciencia la carrera que tiene por delante (He. 12:1). En este sentido, los motivos de seguir al Maestro y obedecer deben ser los correctos. Es triste ver personas que profesan ser cristianos, se comienzan a reunir y después de algún tiempo por diversas circunstancias dan la espalda a lo que un día predicaron, algunos de ellos porque no hubo un arrepentimiento y conversión verdadera (1Jn. 2:19).
Nosotros como hijos de Dios debemos tener un compromiso total, así como Pablo enseñó a Timoteo: "Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado" (2Ti. 2:4). El verdadero discípulo del Señor se niega a sí mismo, toma su cruz cada día y le sigue (Lc. 9:23).
Así como para la batalla física un soldado debía alistarse y ceñirse mediante un cinturón. Para nuestra lucha espiritual es necesario prepararnos dejando que el amor, el conocimiento y entendimiento de Dios abunde en nuestra vida (Fil. 1:9). De esta manera iremos creciendo llenos de fruto para honra y gloria de Dios.
Oremos para que podamos ser fieles y nos ocupemos en retener la enseñanza verdadera y que ésta sea aplicada en nuestros corazones para dar frutos y crecer en gracia.