Conduciéndonos como hijos de Dios
Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo, de tal manera que habéis sido ejemplo a todos los de Macedonia y de Acaya que han creído. (1 Ts. 1:6-7)
Anteriormente aprendíamos que los hermanos de Tesalónica manifestaron verdaderos frutos de su conversión, mismos que observó el apóstol Pablo en ellos, los cuales son: la obra de la fe, el trabajo de su amor y la constancia en la esperanza de Nuestro Señor Jesucristo. En los versos que a continuación se expondrán(Ver. 6-10), observamos que otros de los frutos que estaban dando a conocer en su vida son: la imitación de una conducta de un hijo de Dios, un recibimiento de la palabra en medio de la tribulación con un gozo que solo proviene de Dios y una divulgación de la palabra de Dios a sus alrededores. Consideremos brevemente estos tres aspectos:
1. Imitación de una conducta de un hijo de Dios. (Ver. 6)
El escritor menciona que los hermanos comenzaron a actuar como ellos y el Señor. La imitación a la que se refiere no es simplemente una conducta ocasionada por un "esfuerzo humano" para realizar los mismos comportamientos que otros, por ejemplo; existen muchas personas que copian los modales cristianos, sin embargo con el paso del tiempo te puedes dar cuenta que no era un actuar genuino (1 Jn. 2:19).
La iglesia en Tesalónica comenzó a actuar como el Señor y Sus redimidos porque en verdad habían sido regenerados. Dios hace una obra con sus hijos, quienes se santifican progresivamente mediante la actuación del Espíritu Santo (2 Co. 3:18). Así como ellos tuvieron de quienes aprender, posteriormente vinieron a ser ejemplo de otros nuevos creyentes (Ver 7), los cuales daban testimonio de los cambios de los tesalonicenses y su servicio a Dios (Ver. 9). Esto nos dice de la responsabilidad que tenemos cómo ciudadanos del reino, nuestra vida debe ser reflejo de la obra de Dios en ella y tenemos la responsabilidad de guiar y ser de ejemplo a otros nuevos creyentes.
2.- Recibimiento de la palabra con gozo del Espíritu Santo a pesar de la tribulación.
El gozo de un creyente que es por medio del Espíritu Santo no depende de las circunstancias por más adversas que parezcan, nuestro estado físico y las carencias terrenales que podamos tener son temporales, nosotros somos ciudadanos del reino y como tales debemos de reconocer que este no consiste en cosas materiales, sino en justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo (Ro. 14:17). Los hermanos de Tesalónica vivían atribulados debido a las persecuciones y presiones por causa de su fe en el Señor, sin embargo ellos siguieron firmes en Él, recibiendo la palabra de Dios a pesar de que pudiera acontecerles algo en su contra.
Un verdadero creyente en el Señor recibe la palabra con solicitud en cualquier momento, la palabra de Dios es nuestra guía y sostén en medio de las tribulaciones y es lo que necesitamos para soportar en momentos de oscuridad.
3. Predicación de la palabra de Dios a otros.
Al recibir la palabra del Señor y habiendo creído, comenzaron a testificar fielmente lo que habían aprendido. Esta es otra marca de un verdadero creyente. Al momento de que Dios se revela por medio de las Escrituras a alguien, este desea que otros conozcan también su verdad. Es el ejemplo de los casos en la biblia de las personas que tuvieron un encuentro con el Señor Jesús, ellos querían que otros le conocieran de la misma manera (Ej. la mujer samaritana, el gadareno, etc.)
Asimismo nosotros debemos divulgar fielmente la palabra de Dios hacia nuestros alrededores (familia, amigos, vecinos, compañeros, etc.), de esta manera el Señor traerá a la iglesia los que deben de ser salvos.
Pidamos en oración al Señor que nos ayude a ser fieles imitadores de Él, que nos santifiquemos día a día creciendo en la gracia y el conocimiento por medio de la Palabra y que testifiquemos fielmente a otros Su verdad.