Vestíos con la coraza de justicia

"Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia..."
Efesios 6:14
Anteriormente se nos animaba a utilizar el cinto de la verdad y aprendíamos sobre la importancia de ésta en nuestro caminar como hijos de Dios. En esta ocasión, el apóstol nos exhorta a usar la coraza de justicia. La coraza era una pieza sólida y sin mangas de la armadura que cubría todo el torso. Estaba hecha de cuero o tela gruesa y se le colocaban cortes superpuestos de pezuñas o cuernos de animales y también piezas de metal. Algunas se elaboraban con metal que se acomodaba al cuerpo. La función de tal armadura era para proteger órganos vitales como los son: el corazón, los pulmones, intestinos, etc. Esto nos ilustra la importancia que tiene "la coraza de justicia" en la vida del creyente.
Ahora bien, ¿Cuál es esa justicia de la que Pablo hace mención? Es importante señalar que no se está refiriendo a la justicia imputada que Dios aplica en cada cristiano en el momento que deposita su fe en Cristo, ya que de ella estamos cubiertos de manera permanente por toda la eternidad, además que no es obligación nuestra el aplicarla, ya que ni siquiera está en nuestro control el poder ser revestidos por nosotros mismos con ella. Sin embargo, la justicia práctica de una vida o conducta en obediencia a Dios sí es nuestra responsabilidad, y es a esta última a la que el escritor hace hincapié.
El mismo apóstol escribe a la iglesia de los colosenses la necesidad de vestirse del nuevo hombre, como escogidos de Dios, santos y amados (Col. 3:9-14). Esta parte de la armadura es la vida de santidad que debemos vivir como hijos de Dios. Una característica que tiene un verdadero creyente es que se va santificando para parecerse más y más a Cristo. En otras palabras el apóstol Pedro refiere: "como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo (1 P. 1:14-16). El Señor por medio del Espíritu Santo a hecho una obra de renovación en nuestra mente (Ti. 3:5), por lo tanto no debemos conformarnos con los deseos que se tenían cuando estábamos en tinieblas, al contrario debemos de buscar la santidad en cada aspecto de nuestra vida. William Gurnall comenta:
"El pecado que busca "la preciosa alma" es el arma letal que Satanás utiliza para apuñalar la conciencia (Pr. 6:26). Esta es la "saeta que traspasa al corazón" al joven que corre tras la lujuria "como el ave que se apresura a la red, y no sabe que es contra su vida (Pr. 7:23). La justicia y la santidad son protecciones divinas para defender la conciencia del creyente de toda herida del pecado".
Una vida de justicia y santidad nos librará de las heridas que puede ocasionar el pecado en nuestra vida. John MacArthur refiere en su comentario al libro de los Efesios cuatro aspectos que el no usar la coraza de justicia puede causar:
Pérdida del gozo: La falta de obediencia a Dios produce insatisfacción espiritual. La mayoría de los problemas emocionales, relacionales, insatisfacciones, desanimos, entre otros provienen de nuestro propio pecado. Una vida que no es santa promueve la falta de gozo. Es lo que experimentó David cuando fue confrontado con su pecado con Betsabé, él había perdido el gozo de su salvación (Sal. 51:12).
Infructuosidad: Es imposible que una persona que no vive en santidad lleve una vida con fruto a Dios, ya que sin santidad no podemos hacer nada que a Él le agrade. Una persona puede tener una vida llena de éxitos, llevar muchos ministerios, pero si estos no van acompañados de santidad no sirven de nada.
Pérdida de recompensas: Pablo enseña a los corintios un día nuestras obras serán probadas con fuego delante de Dios, y si el cristiano carnal edificó sobre madera, heno y hojarasca, sus obras se quemaran sufriendo pérdida (1Co. 3:12-14).
Oprobio a la gloria de Dios: El deber de todo cristiano es ser luz en este mundo, reflejando a Dios en nuestra vida. El no hacerlo ocasiona que otras personas no den gloria a Dios y que seamos causa de burla a Su nombre.
Usar la coraza de justicia nos ayudará a vivir una vida victoriosa en Cristo, con gozo pese a las circunstancias, siendo útiles en las manos de nuestro Dios, llevando frutos para Su honra y gloria.
Sigamos orando que nuestro Dios nos ayude a vivir una vida de santidad para agradarle en todo y nos libre de ser causa de oprobio a Su glorioso nombre.